En primer lugar por solidaridad, el agua cubre casi un 80% de la superficie de la Tierra. Aunque pareciera que es un recurso muy abundante, es importante destacar que mucho menos del 1% de ésta es agua dulce, es decir, apta para usos domésticos, industriales o comerciales y turísticos. Por otra parte, el agua salada sustenta importantes cadenas alimenticias claves para la alimentación mundial, además, vive en ella una vegetación muy pequeña que es la que aporta más de un 60% del oxígeno de la Tierra.
El agua dulce que podemos utilizar se encuentra en los lagos, ríos y lluvias, y debe alcanzarnos para que ninguna persona, planta o animal tenga sed, para que los animales acuáticos vivan en ella, para regar los campos, usar en las industrias, mantener húmedos los bosques y regar los jardines. Por eso es importante mantenerla limpia y economizarla. A la vez que garantizaremos un crecimiento más sostenible para el futuro de nuestros hijos.
Desde un enfoque económico, pues muchos es el único que entienden, el ahorrar agua merece la pena para nuestros bolsillos.
Seguramente, pensará Ud., que ahorrar agua con el bajo valor que tiene no le aporta nada, pues la diferencia de consumir 20m³ al trimestre a consumir el doble, es despreciable económicamente hablando. Pero se equivoca, pues se nos olvida que más del 40% del agua que consumimos es agua caliente y requiere energía para calentarla, y ésta tiene un valor superior a 4 veces el coste del agua, por lo que realmente su consumo es de media muchísimo más caro de los que nos imaginamos.
¿Sabía Ud. que en una ducha por ejemplo, el 87 % del agua que consumimos es caliente? Si ahorramos parte del agua que consumimos, estaremos ahorrando energía casi en la misma proporción.
Una familia media deja en los gastos por agua un 1% de sus ingresos y más de un 17% en energía, de la cual casi un 4%, es directamente proporcional al consumo de agua.
Por otra parte existen técnicas, trucos y hábitos que nos permiten vivir confortablemente, sin mermas de calidad y/o confort y ahorrar más del 50% del agua que consumimos habitualmente, lo que propicia ahorrar un porcentaje equivalente de dichos gastos.
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