Los científicos afirman que disponemos de 10 años para adoptar medidas eficientes para detener el calentamiento global. En esta problemática una de las piezas clave del puzzle son los bosques, tanto por su rol en la estabilidad climática como porque nuestro consumo sin control de productos del bosque, especialmente, el papel, significa reducir la necesaria superficie forestal.
Tan sólo queda un 20% de los bosques intactos en el mundo
Los árboles se relacionan directamente con la problemática del cambio climático dado que absorben CO2 al realizar la fotosíntesis. Cabe decir que el ritmo de absorción de carbono que realizan los árboles o la vegetación no es comparable con el ritmo al que las sociedades humanas liberamos el carbono contenido en los combustibles fósiles y que, además, la reserva de carbono en la biomasa de los vegetales es de corta vida en comparación con las reservas de escala temporal geológica del petróleo, el carbón o el gas. Por ello, la existencia de árboles en sí no compensa, al menos no totalmente, el aumento de la concentración de CO2 antrópico. Sin embargo, los bosques del mundo secuestran cada año 6,6 toneladas de CO2 por hectárea, por lo que actúan, hasta cierto punto, como sumideros de carbono.
Pero la importancia de mantener los bosques radica también, tanto o más que en la absorción de CO2, en las funciones ecológicas básicas que realizan, y que podrían mitigar las consecuencias del cambio climático. Algunas de estas funciones son el control de la erosión, el favorecer la infiltración de agua en el suelo, la regulación de las condiciones microclimáticas o su vinculación con las precipitaciones, todas ellas contribuyen al equilibrio necesario para paliar fenómenos ambientales que se prevee se verán agravados por el cambio climático: sequías, inundaciones, desertización, etc.
Es más, incluso hay quién va más allá y defiende una teoría alternativa según la cual la principal causa del cambio climático es la destrucción de los bosques, precisamente porque su papel en los ciclos naturales del suelo, del agua, etc., está siendo eliminado a causa de la destrucción masiva de los bosques del mundo desde hace varias décadas. Efectivamente, los bosques del mundo se destruyen a un ritmo de casi 10 millones de hectáreas de bosque perdidas cada año. Mientras que la mitad de la madera extraída se utiliza como combustible (leña), la otra mitad es dedicada a manufacturar productos madereros y derivados.
La elección de productos forestales respetuosos, procedentes de una gestión responsable del medio, evita la destrucción de los bosques y promueve la justicia social
Así, existe una correlación directa entre el cambio climático, y la virulencia de sus efectos debido a la deforestación. Y además, existe una relación directa entre la deforestación y el consumo de productos forestales que realizamos. Sin embargo, en general, aún no somos conscientes de la presión que supone sobre los bosques nuestro consumo, y aún menos el uso de productos tan cotidianos y de vida tan corta como sucede en muchos de los productos del papel (periódicos, folletos publicitarios, etc.), cuyo origen forestal raramente pasa por nuestra cabeza. Sin embargo, las fibras de un simple pañuelo de papel pueden proceder de una plantación que ha sustituido el bosque autóctono o de una selva tropical en Indonesia.